Si bien no tengo fotos de bebe, mi madre siempre me cuenta que en el pediatra, cuando tenía 4 años le dije
- Cuando grande voy a trabajar con niños-.
Mi primer colegio fue la escuela D- 318, una escuelita de número, pública, de las pobres. Ubicada en Gómez Carreño. En ese lugar curse 1° y 2° básico, aprendí a leer y escribir, a compartir con todos los de la clase, a que no todos aprendían y que hay que había que ayudar a los que podían hacer las tareas. También y muy pocas personas saben, que en este lugar ocurrió mi primer y única pelea a combos en el colegio... cosas de cabros chicos y que al final, según mis recuerdos se juntó la mitad de la escuela a ver como dos niños de 1° se agarraban a combos y la otra mitad buscaba la forma de alargar el recreo distrayendo la atención del encargado de tocar la campana.
En sala era el mejor alumno, delegado de la profesora, el más responsable, el más ordenado.........el preferido, pero en este momento mi vida empezó a dar un giro, mi mamá me llevó a dar prueba de admisión a dos colegios, porque era lo mejor para mí, no me preguntaron, solo me llevaron.
En sala era el mejor alumno, delegado de la profesora, el más responsable, el más ordenado.........el preferido, pero en este momento mi vida empezó a dar un giro, mi mamá me llevó a dar prueba de admisión a dos colegios, porque era lo mejor para mí, no me preguntaron, solo me llevaron.
Di dos pruebas, en dos colegios, por suerte quede en ambos, El Liceo San Antonio y en el Liceo Carmelita de Viña del Mar, ambos buenos colegios. Acá me preguntaron.
- Francisco, ¿A qué colegio quieres ir?,
mi respuesta sincera, de un niño de siete años fue.
- Al que tiene el patio más grande.
Así fue como llegue al Liceo, lugar del que guardo los recuerdos más gratos de mi niñez, conocí grandes amigos y me formé como persona. pequeño detalle, eramos 45 en la sala, y acá ya no fuí más el preferido, ni el más inteligente, ni el más ordenado, pasé de ser el mejor a ser uno más.
Esta es la foto del curso, 1988, entraba al Liceo Parroquial San Antonio. Eramos un puñado de niños de 7 u 8 años. Haciendo un poco de memoria y con algunos más de un esfuerzo, logro recordar la mayoría de los nombres.
La profesora, la tía Mariela Lamas, una de las profesoras que más me han marcado en la vida escolar, exigente pero justa; firme pero cariñosa, ella marcó gran parte de mi gusto por el colegio. Si bien no me enseñó a leer, debo gran parte de mi gusto por la lectura a la gran cantidad de libros que nos mandaba como deberes, la mayoría me gustaron, pero recuerdo claramente uno, Alcino de Pedro Prado, que he tratado de leer en más de una ocasión y aún no lo logro terminar.
De todos los que estamos en la foto, solo algunos terminamos el colegio juntos, con varios mantengo contacto a través de internet, pero de muchos no sé, que ha sido de su vida.
Debo reconocer, que durante mi tiempo en el colegio, me marco mucho participar en el JUVI, Juventudes Viatorianas, eramos un grupo de niños y adolescentes que nos juntábamos primero para jugar y recrearnos y siendo más grandes para aprender más sobre Dios, de tal manera influyó en mí, que me cuestioné seriamente ingresar al seminario y seguir vida religiosa, a pesar de no tener, en estos momentos, recuerdos gráficos de esa etapa de mi vida, guardo dentro mío una cantidad enorme de caras, risas, juegos, paseos al cerro, retiros, oraciones, misas que de alguna manera u otra me fueron haciendo la persona que soy hoy.
Durante la enseñanza media fui creando lazos de amistad y desarrollando características que aún reconozco y valoro, si bien siempre he sido callado y más bien tímido, gracias al JUVI, me formé como líder, primero con un grupo pequeño de niños, haciéndoles juegos y algunas actividades, ahí adquirí herramientas que utilizo diariamente en el trabajo con mis alumnos.
Estando ya a punto de terminar el colegio, en el colegio comenzamos a asistir de visita al Sanatorio Marítimo San Juan de Dios, ahí se atiende a niños y niñas con Parálisis Cerebral, esos paseos y conversaciones con Jarol, el director del colegio hospitalario, me introdujeron en todo lo relacionado con la Educación Diferencial.
Ya en la Universidad las diferentes decisiones, conversaciones y trabajos me fueron derivando hacia la mención de Trastornos de Aprendizaje Específicos, ahí le debo mucho a la profesora Sandra Catalán, una de las mejores profesores y formadoras que he tenido, puedo decir sin temores a equivocarme que, todo lo que se en relación a las dificultades de Lectura, Escritura y Cálculo se lo debo a ella.Tres momentos, tres etapas... la misma cara. |
El trabajo, una nueva etapa
Al empezar a trabajar, ahora reconozco, era un niño más, aprendí tanto de mis alumnos… Me enseñaron que no todo está en el libro o los manuales, que en la vida real la educación es mucho más sencilla y fácil. Que en ella, la mitad del trabajo está realizado cuando se hace con amor, queriendo a cada uno de mis alumnos con sus problemas, entendiendo que a veces no es que no quieran o que no estudien, que a veces no tienen en casa alguien que les explique y que más que un reto, necesita que lo escuchen, una caricia o un abrazo.
Deambulé por varios colegios y comunas, Viña del Mar; Doñihue y San Felipe, especializándome en los Trastornos del Lenguaje Específico, el motivo de ello es que a esa edad (de 5 a 7 años), todavía quieren aprender, les gusta el colegio y no se complican por sus dificultades para hablar, elementos vitales para mi forma de trabajar.
Casi por jugar y siguiendo a un amigo, postulé a una de las becas del gobierno, pasamos por mil cosas y peripecias para juntar los documentos, tuve tantos problemas para subir la postulación, entre ellos que se rompió la pantalla del ordenador y que uno de mis recomendadores no podía adjuntar la carta. Me dije, no va a pasar, algún papel debe estar mal... no creí poder ganar, ya que postularon cerca de mil y eran tan solo 40 becas.
Un día de marzo, revisando el correo, quede en estado catatónico, todos en el colegio me abrazaban, felicitaban, y se alegraban por mí, yo no lo podía creer, me había ganado la beca, una beca tan soñada y anhelada que era a la vez tan irreal y lejana.
Así es como llegué a la UPV, a investigar para ayudar a mis alumnos, a mis negrit@s, para darles mejores herramientas y poder entender como ayudarlos mejor.
Mis alumnos de este año, en la convivencia de despedida |
Mis niñas del equipo de trabajo |
Daniel.... simplemete Daniel |
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